jueves, 2 de octubre de 2014

PORQUÉ, CÓMO Y CUÁNDO REÑIR.


              
Reconozcámoslo:  en muchas ocasiones reñimos a nuestros hij@s con el  "paso cambiado".  Es decir, el momento de la amonestación  nos pilla nervios@s,  cansad@s, a desgana o, lo que es peor, volcamos en la bronca el mal humor que hemos ido acumulando durante el día y que  -generalmente- nada tiene que ver con ell@s. 

                Y, sigamos con las confesiones, también nos pasa en el ámbito  laboral: amonestamos mal, tarde y, a veces, sin mucho fundamento. Así que, haciendo un acto de contrición,  os propongo una serie de reglas para cuando tengamos que  "reñir".

                A) LOS MOTIVOS.
                Una amonestación a una persona en el ámbito laboral puede ser muy simple (la mera bronca) o tener consecuencias más serias (suspensión de empleo y sueldo, despido,....).  Y, en  todo caso,   aunque sea por una mera cuestión de respeto, la riña debe tener una base sólida y fundamentada porque:

                               -lo contrario hará que se entienda como producto de un desahogo, como una injusticia total (convirtiendo en mártir al amonestado), o como capricho del amonestante. Es decir, le quitará toda la importancia y finalidad que pueda tener;
                               - te permite asegurar que sea útil; es decir, que sirva para aprender y mejorar y no como un instrumento de castigo.  Debes explicar en qué se ha fallado, qué hay que aprender, cuáles son las consecuencias de lo que se ha hecho mal o no se ha hecho;

                               - pero   OJO, porque  con la bronca también debes aprender tú:  ¿has hecho todo lo posible para evitar que la situación se produzca?;  ¿has enseñado  qué hay que hacer y qué no?,......  Confieso que hay una frase que odio cuando se riñe  a l@s niñ@s:  "ya eres mayorcit@ para saber que eso no se hace".  Me entran ganas de coger al padre o la madre de turno y decirle  "¿y tú no eres ya mayorcit@ para saber que antes has tenido que enseñarle cómo hacer   "eso"  bien (o al menos de la forma que tu quieres)?.

 
                B) EL TEMPO.
                Ni aguantarse las ganas ni  "vomitar"  a las primeras de cambio.  Las amonestaciones, las riñas, deben producirse en el momento adecuado. Y ello porque:
                               - si tardas mucho, el amonestado o la amonestada podría no comprender la importancia de lo que ha hecho; y tú podrás perder la perspectiva de determinados detalles que pueden servirte para encarrilar mejor el asunto (circunstancias que pudieron influir en cómo se produjeron los hechos, efectos colaterales,.....);
                               - pero, si te precipitas quizás sea aún peor. No tendrás todos los elementos necesarios para valorar lo realmente sucedido, podrás equivocarte al asignar responsabilidades, podrías incluir elementos no relacionados con los hechos,....
 

                C) LA FORMA.
                Tan importante como el fondo (los motivos)  son las formas que se usan para amonestar. Te propongo:

                              
                               - Diálogo y no monólogo. Oye las explicaciones y disculpas de la persona a amonestar, déjale exponer sus puntos de vista.  Así tú también aprenderás si tú has tenido una cuota de responsabilidad (por acción o por omisión); podrás comprender los motivos que han impulsado a esa persona a actuar de una u otra forma; si ha habido una concatenación de malas decisiones previas que se te hayan escapado;  si hay dejadez en la actuación de otras personas,......
 

                               - En privado, jamás en público. Las amonestaciones no deben ser (al menos por regla general) un arma para ejemplificar o para publicitar las reglas disciplinarias de la empresa; tampoco deben ser usadas para colgarte medallas por lo dur@ que eres.  Y las lapidaciones públicas  no son un castigo ejemplar.

                               - Modula y modera.  Al amonestar, no puedes pasarte ni quedarte cort@. Así que, a la hora de reñir,  valora tanto lo sucedido como sus consecuencias reales.

                               - Sé consecuente y congruente.  Ante los mismos hechos, la misma intensidad de amonestación.  Y lo que antes no se ha reprendido, no puede reprenderse ahora.

                               - Actitud.  Cuando tengas que amonestar, procura estar lo más tranquil@ posible y, sobre todo, no tengas un juicio previo formado (a lo mejor  es verdad "esto no es lo que parece"). Otra razón por la que  te recomiendo el diálogo. Y, sobre todo, NO GRITES, porque ya sabes que eso no te da más razón.

                              
- Ambiente. No acorrales, no crees la sensación de juicio sumarísimo. Para ello, lo mejor es que te sientes junto a la persona a amonestar (no enfrente).  Explícale claramente cuáles son los motivos de la amonestación, su importancia concreta.  Y  "escenifica"  que estás dispuest@ a escucharla.

 




 

Permitidme cerrar estas líneas con un asunto muy personal y absolutamente ajeno a este post. Hoy quiero rendir un pequeñito homenaje a mi abuela: sus casi 105 años han sido un ejemplo de bondad, cariño y de   "ironía gallega".  Te admiro y te quiero.        

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario