viernes, 4 de octubre de 2013

A VUELA PLUMA: LA INDIGNIDAD DE LA DESIDIA.


 

                Para mi vergüenza como sevillana, como andaluza, como persona, seguro que ya conoceréis la noticia de un chico de 23 años, con 30 kilos de peso, que ha muerto en un Albergue Municipal de mi ciudad.

                Este chico, como seguro se notaba a simple vista, presentaba desnutrición y deshidratación, diagnosticadas por los médicos de un HOSPITAL PÚBLICO, que le dieron el alta poco después de ser asistido. Eso sí, recomendaron su traslado al Albergue.

                Y allí fue trasladado: a un Albergue sin servicio médico. Y allí murió: tumbado en unos sillones, esperando a que le dieran de comer.

                Se dice que ha muerto indignamente. Yo creo que no. Que la indignidad es de quienes conociendo su estado no hicieron nada para ayudarle; de quienes no quisieron preocuparse por él más allá de lo estrictamente necesario, de lo justito.

                La indignidad es de quienes, desde una atalaya alejada de la realidad, imponen recortes que jamás van a padecer. La indignidad es de quienes, amparándose en esos recortes, se encogen de hombros y se escudan en que han llegado hasta el extremo último que les permite la ley.

                La Ley; sí, ese instrumento en el que nos amparamos cuando nos interesa pedir, al que recurrimos a la velocidad del rayo cuando nos favorece. El mismo instrumento que invocamos con mayor rapidez aún cuando  nos permite cerrar los ojos.

                Pero no me tomen por tonta: también la ley asistía a este joven. El artículo 41 de la Constitución, de nuestra sagrada norma fundamental, de la primera norma de nuestro ordenamiento jurídico, de esa norma que nos sirve para presumir de vivir en un Estado Social y Democrático de Derecho,   aquélla norma de la que (no nos olvidemos) emanan las competencias, derechos y obligaciones de tod@s (incluidos los que gobiernan) dice que:  Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social PARA TODOS LOS CIUDADANOS que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo.

                Y remarco lo de ciudadanos, porque esa norma ampara a todas y todos, españoles y extranjeros. Ah, es que Pietr era polaco.  Eso sí querido Pietr, quédate tranquilo que ahora tendremos dos o tres días de acusaciones, investigaciones, excusas y bombardeo de noticias sobre lo que te ha ocurrido.  Vamos, que tu caso va a ser investigado hasta .......  hasta que nos dé por otra cosa o nos encontremos con un horror peor o más llamativo.

                Querido Pietr: no has muerto indignamente. Te han dejado morir los indignos inhumanos  y las indignas inhumanas que se han tapado los ojos, la nariz, la boca y el corazón para no ser testigos de tu desenlace.