martes, 6 de agosto de 2013

A VUELA PLUMA: EL BUZÓN DE DENUNCIAS.


      Ayer se publicó, en la web del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, una carta abierta de la Ministra titulada:  "Carta abierta. La lucha contra el fraude laboral es responsabilidad de todos"

            En dicha carta, la Sra. Báñez señala la indudable importancia de la lucha contra el fraude laboral  "y más aún en el actual contexto de difícil coyuntura económica"......  Y añade cifras sobre el importe del fraude ya detectado:  "entre 2012 y los primeros 6 meses de 2013 se llevan ahorrados 3.160,67 millones de euros"......"   "En lo que se refiere exclusivamente al primer semestre de 2013, se ha retirado la prestación por desempleo a 60.004 beneficiarios........ por falta de disponibilidad para el empleo, incumplimiento de los requisitos de acceso y mantenimiento de la misma........."

            buzón de correoCon estos números, el Ministerio pone a nuestra disposición un buzón  donde "notificar este tipo de conductas fraudulentas e insolidarias para que sean objeto de análisis y, en su caso, de investigación por la Inspección de Trabajo.

        
            Y ello, según dice la carta, porque si bien es obligación de las  administraciones públicas atajar el fraude,    "si la ciudadanía no toma conciencia de la importancia de colaborar"  en esa lucha  "acabar con esta lacra será una tarea mucho más ardua"......  "Solo con la implicación decidida de la sociedad española podremos conseguir frenar y acabar con un problema que ataca el corazón de nuestro Estado de Bienestar y las conquistas sociales alcanzadas con el esfuerzo de todos".

 

            Que hay que luchar contra el fraude  -en cualquier derecho-  es algo que compartimos todas y todos. Que dicha lucha es necesaria siempre,  y aún más en estas situaciones socio-económicas, es indudable.

            Lo que no considero ni legal ni moral es que se convierta a l@s ciudadan@s en delatores de otr@s.  Máxime cuando ese  "deber"  se intenta apoyar en consideraciones morales y no en parámetros o disposiciones de carácter normativo.  

            A) En efecto: no hay ningún precepto en nuestro ordenamiento jurídico que obligue a los ciudadanos y a las ciudadanas a denunciar a nadie. Es cierto que nuestro ordenamiento jurídico contempla la posibilidad de iniciar procedimientos administrativos sancionadores por denuncia (artículo 69.1 de la Ley 30/1992, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común), pero nunca como obligación.

            Es más, el artículo 39.1  de la misma señala que  "Los ciudadanos están obligados a facilitar a la Administración informes, inspecciones y otros actos de investigación sólo en los casos previstos por la Ley".

            ¿Y qué dice la Ley? Los  artículos 4 y 5 del Real Decreto Legislativo 1/1994, (Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social) señala que  "corresponde al Estado la ordenación, jurisdicción e inspección de la Seguridad Social y a los trabajadores y empresarios colaborar en la gestión.  

            Y el artículo 78.2  del mismo Real Decreto dispone que  "Específicamente corresponderá a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social:   a) La vigilancia en el cumplimiento de las obligaciones que derivan de la presente Ley y, en especial, de los fraudes y morosidad en el ingreso y recaudación de cuotas de la Seguridad Social".

            Finalmente este Real Decreto dispone que la colaboración con la Inspección corresponde a los servicios de la Seguridad Social (artículo 79). Ni siquiera nombra a la ciudadanía.

           

            B) Establecido ya que no hay una obligación legal de denunciar, ¿a qué se puede apelar para que nos sintamos obligad@s, persuadid@s  a denunciar?.  ¿Qué justifica que la ciudadanía se convierta en denunciante?.

            Denunciar a alguien es otorgar al/ a la  denunciante un poder muy peligroso; no sólo porque puede dar lugar a venganzas, revanchas,....; sobre todo es peligroso porque:

            -  se otorga a la ciudadanía el poder de interpretar las leyes. ¿Pero tenemos tod@s la formación jurídica necesaria para ello?. Me podrán decir que sólo se pide al ciudadano que señale que  "hay algo que no le cuadra".

            Vale, es verdad. Pero ¿y si la denuncia conllevara la suspensión cautelar de la prestación hasta que el organismo administrativo correspondiente termine la investigación?.

           Manos y dedos 1 - Se convierte a la ciudadanía en  "agente de la autoridad", en empleado público. ¿Acabaremos en una sociedad de espías y espiados?. ¿Trabajaremos gratis para el poder?. 

            - Se crea a la ciudadanía un conflicto de conciencia: ¿Vivimos y dejamos vivir o nos convertimos en superhéroes o superheroínas contra la corrupción?. ¿Estamos tan limpi@s como para atrevernos a tirar la primera piedra?.



             Por cierto Señora Ministra: ¿las mujeres estamos excluidas de esa responsabilidad?

 

viernes, 2 de agosto de 2013

A VUELA PLUMA: "FIN DE LA CITA".

            Explico el título, por si hay algún/alguna privilegiad@ que puede abstraerse de las llamadas  "noticias pesadas" y,  sobre todo, para quiénes me leéis desde fuera de España. 
              RAJOY COMPARECE ANTE EL PLENO DEL CONGRESO CON EL OBJETO DE OFRECER SU VERSIÓN DEL CASO BÁRCENAS  En la comparecencia de ayer, el Presidente del Gobierno  leyó varias frases textuales atribuidas a miembros de los partidos de la oposición.  Al finalizar cada una de esas frases, el Señor Presidente concluía con un  "FIN DE LA CITA". Hasta aquí, todo normal.

 
                Sin embargo, parece ser que el texto  "FIN DE LA CITA" no estaba destinado a que el Señor Presidente lo pronunciara en voz alta, sino que era una nota aclaratoria   -incluida en los folios a leer-, con la finalidad de marcar pausas, énfasis, etc.....
                Esta anécdota se convirtió en  Trending Topic mundial casi inmediatamente. Pero  ¿de verdad es sólo una anécdota más o menos  simpática o significativa?. Yo creo que puede ser  reveladora de problemas comunes a cualquier  empresa u organización.
                A) Si el discurso se lo escribieron a quien debía pronunciarlo, la confusión entre lo que debía leerse y lo que no, revela, entre otras cosas, que:
                               - ha habido falta de comunicación y colaboración entre redactor y orador:  "toma aquí tienes lo que debes leer y mi trabajo ha terminado. No considero que exista una necesidad de que nos reunamos y veamos de qué va y cómo hay que leerlo". En una organización, rara vez existen parcelas estancas que no se interfieran entre sí, que no afecten directamente a, al menos,  las más cercanas.
                               maquillaje hombre pcPor ello, debemos implicarnos en nuestro trabajo desde el principio hasta el final y, si nos dejan, un poquito más allá. ¿Habría costado mucho trabajo marcar el texto que no debía leerse en otro color, con otro tipo de letra, en distinto tamaño.....?
 
                               - El orador ha incurrido en un exceso de confianza: puede que ésta sea la primera vez que el redactor hiciera ese trabajo o la primera vez que haya metido la pata; en cualquier caso, el orador debía haberlo leído antes de llegar al estrado; sobre todo, teniendo en cuenta la repercusión que dicho discurso pueda tener y que será el propio orador el responsable último de lo que diga y de cómo lo diga.
                               Delegar no es eludir responsabilidades;  al contrario quien delega debe establecer claramente qué se espera del delegado; entre delegante y delegado debe crearse una comunicación fluida y permanente; hay que fomentar una relación de retroalimentación continuada y positiva.
                               Y, además, el delegante mantiene la función de supervisión y coordinación de las funciones delegadas y, por tanto, la responsabilidad por los resultados frente a la organización, los clientes, etc…
 
                               - Si los folios dónde estaba redactado el discurso se han filtrado o entregado a terceros, evidentemente sólo es culpa de quién  (con mejor o peor intención)  lo haya hecho.  
                               Pero su contenido (tanto en forma como en fondo)  es responsabilidad de quién lo redactó. Y estos detalles deben tenerse en cuenta también:  "la mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino también parecerlo".  O cómo diría mi amiga Inma: el marido de Cleopatra ......
 
 
                B) Si el discurso lo ha escrito el propio orador, y dado que es el responsable final de lo que dice, quizás la situación sea peor, ya que:
                               - demuestra nerviosismo:  si el orador ha leído lo que él mismo señaló  como no leible, es decir, si se equivocó, no lo hizo en la situación más adecuada. Y ello porque se trataba de una de las funciones que más asiduamente realiza y, sobre todo, porque el objeto del discurso era mostrar tranquilidad, serenidad y seguridad ante unas circunstancias concretas de especial calado para la organización y para sus Stakeholder.
 
                               - Puede denotar prisas o improvisación: en cualquier caso, desinterés o desidia por el asunto del que se hablaba y, peor aún, por los destinatarios. Grave error.
                               Hemos de poner el máximo interés en todo cuánto hacemos; pero sobre todo en aquéllas cosas que tendrán una especial repercusión para las personas de las que dependemos (clientes, proveedores, personal de la organización,.....); hemos de tener muy claro que   - en más ocasiones de las que creemos-, importa tanto el fondo como la forma. Todo entra en el sueldo.
 
                               -  Si los folios dónde estaba redactado el discurso se han filtrado o entregado a terceros, las consecuencias pueden ser dolorosas.                
                               No puede,  ni debe, culpar a otr@s del contenido. Evidentemente. Pero debe preguntarse ¿me he precipitado al entregar los papeles?, en el caso de que lo haya hecho él. Si no lo hizo, las preguntas son otras:  ¿quién me rodea?; ¿he delegado correctamente?; ¿me han traicionado?.