viernes, 21 de junio de 2013

¿EN QUÉ PUEBLO QUIERES VIVIR?







            Seguramente, todos conozcáis ya este maravilloso video de Luis Galindo. Y sé que podemos pensar que está hecho de tópicos típicos o de los típicos tópicos. Vale; es verdad. Pero hoy quiero repasarlo porque ¿y si son tópicos sólo de boquilla?, ¿y si no son verdades y valores reales porque no los aplicamos?.


            “¿En qué pueblo quieres vivir?”. Así empieza este corte.  ¿En el pueblo en el que tod@s nos limitamos a contar sólo las cosas malas y perdemos y hacemos perder la ilusión?. Si eliges esta opción, vivirás en el pueblo de la tristeza y la resignación.
           
            Pero puedes elegir vivir en un pueblo en el que la gente es objetiva: ve que hay cosas que van mal, incluso muy mal; pero también luchan por mejorar y valoran y agradecen lo que tienen. Si te empadronas aquí, te recibirán con los brazos abiertos: ¡¡¡Bienvenid@ a Reilusionarte City¡¡¡¡.


            “Creo en la gente normal que quiere ser mejor,… que quiere ser la mejor versión de sí mismo”.  ¿Verdad que es fantástico?. Pero ojo: se trata de buscar y dar  la mejor versión de tu interior, no tu mejor imagen física. No te rías, esto no es tan obvio para tod@s.


            “Cambiar de actitud cambiará tu vida: márcate objetivos ambiciosos pero alcanzables”.  ¡¡¡Sacúdete ya la pereza y la resignación, que nadie va a darte ni siquiera la caña para que empieces a pescar¡¡¡¡. Nadie va a venir a rescatarte ni a darte lo que buscas. Eres tú quien debes salvarte a ti mismo.
           
            Como dice Luis Galindo “no dejes que nadie te quite las ganas de hacer las cosas mejor”. No te dejes alienar, ni vencer por los miedos, inseguridades ni complejos de otr@s; ya sabes que no te va a traer nada bueno.


            “No puedes aceptar la derrota antes de empezar”. Este vampiro interior es el peor al que puedes enfrentarte porque eres tú mismo quien te limita y condiciona. Por si os sirve: una de las cosas más importantes que me han enseñado en casa es que lo que no cuesta no vale.

            Solemos pensar  “me va decir que no”. Pero pocas veces nos plantemos   “y si me dice que sí;  ¿cómo puedo convencerle para que del no inicial pase al sí final?”.  Este es el cambio de actitud que necesitamos.

            “Los que estéis contentos (por lo que sea) decidlo: hace falta oírlo”. Si el pesimismo es muy contagioso, intentemos convertir el optimismo en una gran epidemia. Esto ¿es un topicazo?. Seguramente. Sin embargo, si alguna vez habéis tenido alrededor un problema grave, ¿a qué cambiáis vuestro valores?;  ¿a qué empezáis a prestar atención a otras cosas mucho más sencillas?. Pues mantengamos este espíritu. ¡¡¡Disfruta de la vida y reilusiónate¡¡¡¡.


            “ El optimista es el que siempre está aprendiendo”: de los libros, de un paseo, de una comida,… La curiosidad no siempre mata al gato; a veces lo hace mucho más sabio y le impide caer en una trampa mortal.


            “Para ser feliz hay que ser agradecido,… valorar a la gente,… crear un clima humano”. En la empresa, en casa, con los amig@s, con los padres y madres de los compañeros de tus hijos, con el chico que te trae la compra a casa,… Muy importante otra de sus frases: “cuida a tu gente… y usa la fórmula altísima exigencia, altísima cercanía y altísima humanidad”.

            Inténtalo, no es tan difícil si tienes en cuenta que cada persona tiene los mismos problemas y las mismas satisfacciones que tú; o al menos parecidos. ¡¡¡¡Empatía¡¡¡¡. La exigencia como único valor te convertirá en un tirano, no en alguien más eficiente ni superior.



            Permitidme finalmente destacar dos frases más, que yo deseo que podáis tener siempre presente en vuestras vidas:

-          Las tres fuerzas que hacen funcionar al mundo son: el poder, el dinero y el amor. Pero el amor es la única fuerza que crece mientras más das.

-     Diferencia entre CONSUMIR y VIVIR días.

           


           

lunes, 10 de junio de 2013

¿MARCA ESPAÑA? NO SEÑORES, MARCA TRABAJO.



Marca España            Sé que no soy muy original. Sé que hoy estaremos hartas y hartas de oír hablar  de Rafa Nadal, Fernando Alonso, la Selección de futbol sub 21,…. ¿Y por qué estamos tan hartit@s?.



Este fin de semana ha sido,  para mí, especialmente  “deportivo”: mi hijo jugó el sábado la final de consolación de futbol sala de Sevilla; el domingo  cambié película por Tenis y Fórmula 1,… Y estoy bastante acostumbrada a este ritmo: cuando no hay partido, hay carrera; cuando no hay coches, hay motos,….

Pero mi hartazgo no viene por ahí: viene por el hecho de que, desde ayer, se está hablando de Nadal y Alonso como  “Marca España”. No señores; no es marca España; es MARCA TRABAJO. 


  
banderas



MARCA TRABAJO



¿Alonso no habría quedado segundo ayer si hubiera sido italiano?. ¿Si Nadal fuera polaco no tendría igual de bien amueblada su cabeza?. Y Ferrer (que hizo un partidazo) ¿es un poquito menos español porque quedó segundo?. ¿Lo vamos a  “pasear”  menos por no ganar?. ¿También podemos considerar Marca España a los deportistas extranjeros que juegan en nuestro país?.

No sé que ayudas reciben estos deportistas desde las  “instancias oficiales”, más allá de los casos en los que juegan como  “equipo de España” y no como individuos. En el caso de Alonso creo que  -al no haber selección española de pilotos-  ninguna.

Y si hablamos de los deportistas aficionados, ya lo aseguro: ningún poder público  (ni siquiera local)  se preocupa en absoluto de si entrenan o no; si tienen equitaciones o material,… Bueno miento, se preocupan de cobrar las  “fichas”.

Como el equipo de mi hijo quedó tercero en su categoría  ¿es un poquito Marca España?. ¿O sólo lo será cuando pongan su partido en la tele o lo narren por la radio?.

Traslademos esto a las empresas: ¿cuáles son MARCA ESPAÑA: las grandes corporaciones participadas/apoyadas por los gobiernos o las PYMES que se lo curran todos los días sin ninguna ayuda pública?. ¿Quién es MARCA ESPAÑA, el Señor Botín o el autónomo que a duras penas mantiene su negocio sin acceso a créditos?.

Desde luego, yo me quedo con la MARCA TRABAJO: me da igual cuál sea la nacionalidad del que se esfuerza día a día para lograr sus pequeños o grandes triunfos; me da igual si son portada de un periódico o de un boletín informativo. Lo que me importa es que SÍ SON EJEMPLO de voluntad, de empeño, de cabeza y de corazón.

Y cuentan con mi más absoluta, sincera y rendida admiración.

Las victorias de ayer entretienen; es cierto. Pero no dan de comer, no curan enfermedades, no mueven la economía, no crean riqueza,…. ¿Qué son ejemplos de cómo se hacen bien las cosas?. Por supuesto que sí: son perfectos ejemplos de buenos profesionales en lo suyo. ¿Pero no hace bien las cosas también Djokovic, número 1 de la ATP?. Pues es serbio.

Ésta es la marca que yo quiero comprar: la del esfuerzo, la del trabajo, la de creer en un@ mism@, la de buscarse las habichuelas sin apoyos,…..

Y si quieren venderme la Marca España, yo les digo: ojo,  que es una moneda con dos caras.






viernes, 7 de junio de 2013

¿ERES CENICIENTA O SUPERWOMAN?.... ¿QUERRÍAS SERLO?

            Hoy no voy a hablar de trabajo, sino de sentimientos, PERO CON UN POCO DE SORNA, para reírme de mí misma. Y aunque soy plenamente consciente de que estos dos síndromes pueden afectar por igual a hombres y mujeres, me voy a centrar en nosotrAs. Pero OJO: admito (y me gustaría contar con)  sugerencias, críticas, aportaciones y comentarios de ellOs.
           
No soy psicóloga, ni psiquiatra, ni médico, así que debo empezar por pedir perdón por los errores en los que pueda incurrir al hablar de estos dos síndromes. Y ruego encarecidamente que  -si alguien quiere más información sobre ellos-, acuda a un profesional en la materia. Sólo pretendo  desengrasar”   un poquito.

             El síndrome de Cenicienta. De él habló por primera vez la psicoterapeuta y educadora Colette Dowling, quien lo conceptúa como el miedo de las mujeres a su independencia, miedo que les genera un deseo inconsciente de ser atendidas, cuidadas, protegidas y “salvadas” por otros; fundamentalmente buscan ser rescatadas por su pareja sentimental.  

Se dice que tiene las siguientes consecuencias:

- Quien lo padece se afana por conseguir un príncipe/una princesa azul que tenga belleza, dinero, poder, influencia,… y la rescate de su “dura y triste” realidad.
- Se idealiza al rescatador, atribuyéndole todas las cualidades que la afectada, en su fantasía, considera necesarias e imprescindible.  Ese ideal es tan ilusorio que jamás se encuentra; por ello la Cenicienta vive comparando y, lo peor, es que nunca encontrará a su príncipe/princesa.
- Con ello, se sentirá permanentemente frustrada en todas las facetas de su vida: nada la satisface, nada le hace sentirse plenamente feliz, porque no encontrar a su ideal es como resignarse a vivir en una soledad no deseada.


Hasta aquí la teoría de los casos más graves. Hablemos ahora de nosotras mismas y confesémonos: a veces hemos discutido con nuestra pareja y hemos pensado (más o menos en serio) ¿qué he hecho yo para merecer esto?.  ¿Cómo sería mi vida si en vez de con éste me hubiera casado con aquél, que además estaba loco por mí y me tenía como a una reina?.

rana de dibujos animados material príncipe de vectoresY le damos vueltas a la cabeza buscando los defectos  “del contrario”;  rumiamos nuestra tristeza y enfado durante todo el tiempo que nos dure el rebote con nuestro  “sapo”  particular.

Es curioso. Pero cuando las cosas con nuestra pareja nos van estupendamente, cuando vivimos en un período de  “luna de miel” no solemos decir;  ¡¡¡qué bien he elegido.  He tomado la decisión correcta y me he quedado con el mejor¡¡¡. Y en las escasas ocasiones en las que lo hacemos, solemos despedir este sentimiento rápidamente, con una sonrisa y, a veces, con un beso inesperado o un achuchón a nuestr@ “príncipe”/”princesa”.

Mi pregunta es ¿de verdad queremos a alguien ideal a nuestro lado, permanentemente?.  ¿Necesitamos que nos salven porque no somos capaces de sobrevivir por nosotras mismas? ¿A qué no?. Pués eduquemos y eduquémonos en la autonomía y la independencia. Y no sólo económicamente, sino sobre todo en la independencia de pensamiento.


En el extremo contrario nos encontramos con el “síndrome de la supermujer o superwoman”, denominación atribuida a  Marjorie Hansen Shaevitz (directora del Institute for Family Work and Relationships, en La Jolla, EEUU) tras publicar en1.984 su libro “El síndrome de la supermujer”.

Según la autora, padecen este síndrome las mujeres que  no quieren renunciar a ninguna de sus facetas (profesional, familiar, personal,….) y, además,  quieren ser perfectas en todas y cada una de ellas: quieren ser las perfectas profesionales y madres,esposa ideal, anfitriona maravillosa, hija modelo, la amiga más fiel,…. Todo a la vez.

La mujer afectada siente que debe ser perfecta,  quiere serlo y se autoexige hasta límites insoportables que afectan a la salud física y mental, a las relaciones sociales, laborales y familiares, ………; a su vida en general. Cualquier fallo (o lo que sólo ella considera fallo) la situará en una situación de insatisfacción permanente.

La supermujer se considera imprescindible, sin ella nada puede hacerse bien; debe controlarlo todo: es el centro de todo su universo. No es capaz de delegar ni compartir responsabilidades porque ello puede ser admitir su incapacidad.

Dejemos aquí la teoría y los casos dignos de estudio clínico, y cuestionémonos nuestra propia realidad. Muchas de nosotras somos (o hemos sido y seguro que seremos) afortunadas por poder elegir qué rol o roles queremos asumir: sólo esposas y madres, sólo esposas y trabajadoras, sólo trabajadoras, ………….. o todo a la vez.

Perfecto: estamos en nuestro derecho. Entonces ¿para qué crearnos una carga más pretendiendo hacerlo todo bien?. Chicas, …………. hay que espabilar.

Reconozco que mi juventud estuvo al borde de convertirme en una superwoman de manual. ¿Cenas de Navidad? Tenían que ser en mi casa y legendarias: lo mejor de mi menaje, los platos favoritos de cada uno, el ambiente más adecuado, los adornos más bonitos, …. Y por supuesto mi mejor  “yo”.  ¿Y lo que me queda mañana?.

Sin embargo, mi mochila vital y mi madurez me han liberado a tiempo de hundirme en este mal. ¿Cenas de Navidad?. ¿Tienen que ser en mi casa?. Bueno, pues a ver cómo simplifico las cosas; mira qué platos de papel tan monos; estas empanadas precocinadas están de muerte; con este pantalón paso mucho menos frío,…… Mañana no tengo que madrugar.

Versionando la canción infantil: Yo no soy perfecta, ni lo quiero ser, porque las perfectas se echan a perder. No quiero más problemas que los justos.




Permitidme ahora una pregunta para ellOs: ¿tenéis algún complejo o síndrome parecido?.


¡¡¡BUEN FINDE A TOD@S¡¡¡

miércoles, 5 de junio de 2013

¿ERES VÍCTIMA DEL SÍNDROME DE LA AMAPOLA ALTA?



Amapolas silvestres            Llamado también  “síndrome de alta exposición”, es un término acuñado y utilizado fundamentalmente en Reino Unido, Irlanda, Australia, y Nueva Zelanda para describir un “fenómeno social por el cual personas con méritos genuinos son odiadas, criticadas o atacadas a causa de que sus habilidades o logros las colocan por encima de sus colegas o las distinguen de ellos” (Wikipedia).




            Judi James (“The tall poppy” y  “El arte de confiar en ti mismo”) dice que este síndrome es una metáfora sobre cortar las mejores flores, las más altas, para que las pequeñas no salgan perdiendo en la comparación. En su opinión, esta enfermedad  implica que nos gusta idealizar a alguien  “antes de derribarlo de su pedestal y machacarlo sin piedad”.

Pero también habla de una vertiente autodestructiva de este síndrome, que puede materializarse en dos modalidades distintas:
a)                          permitimos que el éxito entre en nuestras vidas y después nos autodestruimos con la venganza;
b)                          nuestros miedos subyacentes pueden hacer que los éxitos conseguridos no nos motiven de la manera que esperamos.  “¿Tus objetivos en la vida son erróneos?”.


            En su libro  “Lo que los ricos saben y nunca explican a nadie”, Brian Sher señala que todos somos únicos en algo pero que a la mayoría se nos ha empujado hacia la mediocridad y el conformismo, obligándonos a pasar desapercibidos.

            Y al que se atreva a destacar corre el riesgo de ser víctima de este síndrome. Señala Sher que esto no casa con el hecho de que la sociedad premie la singularidad y talento en los negocios, las artes, el deporte,….

            En opinión de Sher, tenemos que atrevernos a brillar, a ser únicos, a convertirnos en el polo opuesto a la mediocridad porque eso “es lo que permite destacar. Lo que induce a la gente a tener un trato con usted en vez de con otro o a seleccionar a su empresa en vez de a una competidora”.


Pero es verdad que todos buscamos y tenemos héroes/heroínas; que idealizamos a personas de las más diversas profesiones, actividades, logros,…...  Y los divinizamos hasta tal punto que le atribuimos cualidades que no tienen; y a veces, hasta casi mágicas.


Recuerdo a un amigo que un día coincidió en un restaurante con Maradona; estuvo hablando con él, se hizo fotos, le pidió un autógrafo,…. Cuando nos contaba este encuentro, decía que había estado encantador, simpático y amable. Y resumió con la frase   “es un tío muy humano”.

Incluso somos capaces de perdonarles que se salgan de aquella imagen idílica, mística que le vamos atribuyendo en nuestra imaginación; para ilustrar esta frase me vale la misma persona del ejemplo anterior.

            La pregunta entonces es ¿sólo buscamos y reconocemos a esos héroes o a esas heroínas cuando los sabemos lejanos?. ¿Sólo somos capaces de admirar a quien no puede amenazar nuestro status?.

            Si nos encontramos a una persona destacada/destacable  en nuestro pequeño reino ¿hasta dónde podríamos llegar para librarnos de su amenaza?. ¿Los atacaremos sin descanso?. ¿Intentaremos por todos los medios buscar sus defectos?. ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar  para eliminar su sombra?. ¿Es mejor rodearnos de mediocres que nos bailen el agua?.


            Y si los brillantes somos nosotros ¿nos autocensuraremos para evitar ser víctimas de este síndrome?
           








martes, 4 de junio de 2013

ACABO DE DARME CUENTA: ¡¡¡NO ERES PERFECTO¡¡¡


Curiosidad            Quienes somos madres o padres disfrutamos mucho cuando nuestr@s hij@s están en la edad del  “por qué”: se pasan el día haciendo preguntas sobre todo lo que les rodea o sobre lo que se le va ocurriendo.

Y disfrutamos muchísimo más cuando podemos contestarles y darles una explicación (más o menos lógica o veraz) que satisfaga su curiosidad. Vemos cómo sus ojos se iluminan llenos de admiración: mi madre o mi padre  ¡¡¡lo sabe todo¡¡¡.

En ese momento te sientes el rey/la reina del mundo ¿verdad?. Pués un consejo: disfruta ese momento, porque no durará mucho.

Por desgracia, un día tu hij@ te hace una pregunta y tú no tienes la respuesta que él/ ella espera. Entonces te das cuenta de que tu niñ@ te acaba de bajar del pedestal.

Todavía recuerdo el día que mi hija me hizo  “humana” en menos de 30 segundos: ella tenía 2 años y yo estaba embarazada. Reproduzco el diálogo, que me quedó marcado a sangre y fuego:
-          Mamá: ¿tu barriga está ahora gorda por que tienes a un hermano dentro?.
-          Sí cariño. Y va a nacer dentro de poco.
-          Pero ¿se va a quedar aquí todo los días o va a dormir con otras personas?.
-          No, cielo. Va a vivir aquí con nosotros toooodos los días.
-          ¿Y por qué? ¿Para qué sirve un bebé?.

persona joven rostroNo supe que responderle. Y ella (tan sociable como puñetera) se encargó de pregonar  -a todo el que quisiera oirla- que su madre no sabía para qué sirve un bebé. Entonces, la mirada cambia: ¿qué ha pasado con mi héroe/heroína?. Dejan de presumir de tí, de decirle a sus amigas y amigos "pues mi padre/madre más".




            Esto mismo nos puede pasar en el trabajo: cuando pretendemos supervisarlo todo sin dejar que los demás puedan desarrollar la iniciativa necesaria para buscar sus propias respuestas, nos convertimos en imperfectos.

            Cuando no somos lo suficientemente generosos para enseñar a los demás, serán ellos los que nos pregunten a cada paso. Y si no tenemos la respuesta, caeremos del pedestal rápidamente.

            Si no razonamos las decisiones que tomamos, las respuestas que damos, si nos limitamos al porque lo digo yo o al esto es lo que hay, nos volveremos seres corrientes. 

            Cuando no somos lo suficientemente valientes (yo diría mejor coherentes) para reconocer que no sabemos una cosa o que no hemos equivocado, nos despojarán inmediatamente de nuestra condición de  “ídolos”.

            Si no escuchamos, si no tenemos en cuenta la opinión o los sentimientos de los demás, si nos auto colocamos en la peana, ésta se quebrará rápidamente cuando se nos vean nuestros piés de barro.

            Y si en el caso de l@s hij@s quizás puedas recuperar su confianza y admiración actuando en otras facetas, cuando hablamos de tu ámbito profesional, recuperar la  confianza perdida puede ser un trabajo que no acabe de dar frutos.